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Pie diabético: formación y coordinación asistencial

  • España es el segundo país del mundo en amputaciones

  • La falta de unidades específicas de pie diabético también es un problema añadido, pues se calcula que con los 20 o 25 centros especializados que existen en la actualidad, centralizados la mayoría en Madrid o Cataluña, tan solo puede atenderse al 25% de los pacientes

  • Por Irene Fdez De Betoño

Escrito por Redacción Biotech Magazine el 28 junio, 2018 en Reportajes
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Este ensayo clínico, que ha sido llevado a cabo en cinco países europeos –entre ellos España- con 240 pacientes, ha constituido una primicia en investigación clínica en el campo de las UPD. Aleatorizado y doble ciego, ha comparado la eficacia y la tolerancia de UrgoStart (TLC- NOSF) con la de un apósito neutro en úlceras neuro-isquémicas del pie diabético. Los resultados demuestran que este nuevo apósito, cuyo componente principal es la sacarosa octasulfato (KSOS),  ayuda a disminuir el tiempo de cicatrización en 60 días frente a los 180 días del tratamiento convencional y aumenta en un 60% el número de heridas cicatrizadas.

El pie diabético es un problema que se presenta con mucha más frecuencia de la que se es consciente y se agrava debido a la banalización que existe por parte de los pacientes. Esta trivialización es debida a la escasa información que tienen sobre las UPD, lo que provoca, en última instancia, que ellos mismos piensen que la amputación es la única solución y que con ella se solucionará todo el problema, cuando no es así. España es el segundo país en amputaciones de extremidades inferiores relacionadas con la diabetes (26 de cada 100.000), por detrás de EEUU (36 de cada 100.000). Además, el 70% de los pacientes diabéticos que sufren una amputación a causa de UPD, muere a los 5 años.

Una de las causas de este hecho es que muchos pacientes llegan a las consultas de especialización con más de tres meses de retraso, por lo que su pronóstico empeora. A esto se le suma la falta de unidades específicas de pie diabético, pues se calcula que con los 20 o 25 centros especializados que existen en la actualidad, centralizados la mayoría en Madrid o Cataluña, tan solo puede atenderse al 25% de los pacientes que sufren este problema.

La evidencia científica demuestra que la presencia de amputaciones de extremidades inferiores es un factor de predicción en la reducción en la calidad de vida, que conlleva discapacidad y mortalidad prematura. Esta condición de discapacidad es una de las causas más frecuentes de hospitalización para las personas con diabetes, con lo que se genera un gasto adicional derivado de su atención médica, rehabilitación, tratamiento de discapacidad y gasto económico por invalidez. Se calcula que el coste directo de una amputación asociada al pie diabético está entre los 30.000 y los 60.000 dólares.

En opinión del profeso José Luis Lázaro, jefe de la Unidad del Pie Diabético de la Clínica Universitaria de Podología de la Universidad Complutense, otro factor que contribuye al diagnóstico tardío es “la falta de conocimiento por parte de los profesionales de Atención Primaria (AP) y la escasa coordinación interniveles, un proceso clave para la calidad asistencial”.

Esta posible descoordinación entre niveles asistenciales supone molestias para el paciente, un uso inadecuado de los recursos y, sobre todo, una merma de la continuidad y de la calidad en la atención. Para avanzar en el tratamiento de esta patología y en su resolución, sin necesidad de amputar el miembro dañado, hay que apostar por mejorar la organización entre profesionales, algo esencial para su abordaje. Además, se trata de un problema que requiere un equipo multidisciplinar, pues afecta a diversas áreas de la consulta médica.

En Atención Primaria, a veces, no existen los recursos necesarios para hacer un diagnóstico correcto y se puede perder la oportunidad de tratar precozmente a un paciente que necesita un abordaje más específico. “Se trata de un problema que podría prevenirse con los tratamientos adecuados, siempre que se aborde a tiempo”, señala el Dr. Mauricio. Por esta razón, es importante que el profesional de AP tenga el nivel de alerta suficiente para saber diagnosticar una úlcera de pie diabético y derivar al afectado al centro especializado correspondiente.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) incluye las amputaciones de extremidades inferiores en los indicadores de calidad para la atención de los pacientes con diabetes. En este sentido, España ocupa el puesto número 14 de la OCDE, duplicando las cifras de países como Francia, Italia y Reino Unido.

Neuropatía y pie diabético

Las UPD son heridas que presentan el peor pronóstico, debido a su componente, tanto neuropático como vascular. Estudios publicados han demostrado que esto ocurre principalmente en los hombres y está relacionado con el resultado de un control glucémico inadecuado y prolongado de la diabetes. Por tanto, un tratamiento adecuado iniciado lo antes posible aumenta significantemente las posibilidades de curación del paciente con respecto a un procedimiento estándar bien realizado.

La razón principal por la que un paciente con diabetes acaba desarrollando una UPD es la neuropatía, que provoca la pérdida de sensibilidad en los pies y hace que el individuo no sea consciente de las lesiones comunes que pueden sufrir sus pies. Son quemaduras, cortes o rozaduras, que terminan provocando una herida que no cicatriza, debido al componente isquémico. Este factor isquémico está presente hasta en el 80% de las úlceras y provoca que la sangre no tenga el retorno adecuado en los pies, por lo que la herida no cicatriza, aumentando considerablemente la posibilidad de amputación del miembro.

Los ciudadanos deben exigir que se investigue aquello que supone un impacto en su calidad de vida. Sin embargo, muchos pacientes todavía no son plenamente conscientes de la importancia de prevenir las úlceras de pie diabético. Según coincidieron en afirmar los expertos reunidos en la presentación del Estudio Explorer, es necesario un mayor esfuerzo por parte de las asociaciones de pacientes, para que se demande información y se reclame al sistema sanitario una mayor formación de los profesionales y una inversión en la investigación de esta enfermedad.

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