Los bebés distinguen a los acosadores
Un nuevo estudio encuentra que los bebés de 21 meses de edad pueden distinguir entre el poder basado en el respeto afirmado por un líder y el poder basado en el miedo ejercido por un acosador. El trabajo, publicado en ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, analizó el comportamiento de los ojos de los bebés, un enfoque estándar para medir las expectativas en niños demasiado pequeños para explicar su pensamiento a los adultos. Este método se basa en la observación de que los bebés miran más tiempo a eventos que contradicen sus expectativas. Estudios previos habían demostrado que los bebés pueden reconocer las diferencias de poder entre dos o más personajes, dice la distinguida profesora de la Universidad de Illinois, Estados Unidos, Renee Baillargeon, que realizó la nueva investigación.
«Por ejemplo, los bebés se quedarán mirando más tiempo en los escenarios donde los personajes más grandes difieren de los más pequeños. También toman nota cuando un personaje que normalmente gana un enfrentamiento con otro repentinamente pierde –dice–. Pero se sabía poco sobre la capacidad de los bebés para distinguir entre las diferentes bases de poder».
Para responder a esta pregunta, Baillargeon desarrolló una serie de animaciones que representan personajes de dibujos animados interactuando con un individuo retratado como un líder, un matón o una persona agradable sin poder evidente. Primero probó cómo adultos –estudiantes de pregrado en la Universidad de Illinois– respondieron a los escenarios y descubrieron que los adultos identificaban a los personajes como pretendían.
Luego, esta investigadora midió el comportamiento de los bebés mientras observaban las mismas animaciones. «En un experimento, los bebés vieron un escenario en el que un personaje retratado como líder o como matón dio una orden («¡Hora de acostarse!») a tres protagonistas, que inicialmente obedecieron –detalla Baillargeon–. El personaje abandonó la escena y los protagonistas continuaron obedeciendo o desobedeciendo».
Los bebés detectaron una violación cuando los protagonistas desobedecieron al líder, pero no cuando desobedecieron al acosador, halló Baillargeon. Esto también fue así en un segundo experimento que repitió los escenarios, pero eliminó las diferencias previas en la apariencia física entre el líder y el agresor. Un tercer experimento probó si los bebés respondían a la simpatía de los personajes en los escenarios, más que a su condición de líderes o agresores.
«En general, cuando el líder abandonó la escena, los bebés esperaban que los protagonistas siguieran obedeciendo al líder –apunta Baillargeon–. Sin embargo, cuando el matón se fue, los niños no tenían ninguna expectativa particular: los protagonistas podrían seguir obedeciendo por miedo o podrían desobedecer porque el matón había desaparecido. Los niños esperaban obediencia solo cuando el matón permanecía en la escena y podía hacerles daño de nuevo si desobedecían».
«Finalmente, cuando el personaje agradable se fue, los bebés esperaban que los protagonistas desobedecieran, muy probablemente porque el personaje no tenía poder sobre ellos», señala Baillargeon. Los nuevos hallazgos confirman estudios anteriores que muestran que los bebés pueden detectar diferencias en el poder entre los individuos y esperan que esas diferencias perduren con el tiempo, según Baillargeon.
«Nuestros resultados también proporcionan evidencia de que los bebés en el segundo año de vida ya pueden distinguir entre los líderes y los matones –resume la autora principal del estudio–. Los bebés entienden que, con los líderes, tienes que obedecerlos incluso cuando no están cerca, pero con los agresores, tienes que obedecerlos solo cuando están cerca».
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